Ampliando

21.05.2024

Aquí en la Tierra, como en todas partes del Cosmos, estamos en contacto con la energía vital que nos rodea. Fluye a través de nosotros y también lo transmitimos a nuestro entorno y a otros seres. En su estado natural, esta energía es armoniosa y vigorizante. Nos proporciona todo lo que necesitamos para una vida saludable.
Debido a los numerosos factores perturbadores de nuestra civilización moderna, las personas y el medio ambiente están cada vez más agobiados por su vitalidad y su estado natural de ser.
El uso de una Orgonita en nuestro entorno o directamente sobre el cuerpo, garantiza una mayor energía vital cargada positivamente o que vibra positivamente y así compensa nuestra pérdida debido a los factores estresantes y perturbadores.

El término Orgonita deriva de Orgón. Orgón significa "energía que todo lo abarca" y está presente en todas partes del Cosmos. Podemos llamarla fuerza vital, chi, prana o fuerza etérica, o energía orgónica. Esta fuerza vital, descubierta entre otros por Wilhelm Reich, fue diferenciada por él según su estado respectivo en POR (Positive Orgone Radiation), es decir, energía orgónica positiva, y DOR (Deadly Orgone Radiation), o energía orgónica muerta.
Reich descubrió que la energía vital, originalmente puramente positiva, se transforma mediante factores como campos u ondas creadas artificialmente por el hombre, en energía negativa a la que estamos expuestos todos los días en casi todos los lugares. Estos factores incluyen, entre otros, las ondas de radio y de radio (smartphones), las microondas, las fuertes emisiones eléctricas de cables y postes, la radiación WLAN y la radiación omnipresente de los dispositivos electrónicos en el hogar, el trabajo y en las instalaciones y espacios públicos.
Sin embargo, dado que todos estos factores se han convertido en parte integral de nuestro mundo moderno y tienen sus beneficios prácticos para nuestras vidas y convivencia, debemos proteger y proteger nuestro organismo, nuestra propia energía vital, de sus efectos negativos, o al menos tener más energía positiva dentro de nosotros para registrar.
Pero, esta energía positiva sólo podemos encontrarla en lugares de naturaleza libre e intacta, lejos de la civilización. E incluso allí sólo se puede escapar de la red mundial de radiación de forma limitada. Precisamente por eso necesitamos una forma práctica y eficaz de fortalecer y armonizar nuestra energía vital aquí y ahora, todos los días.
La exposición prolongada a energía vital negativa puede tener una amplia variedad de consecuencias para las personas.
En primer lugar, la persona expuesta a esta energía notará que ya no se siente muy vital. Le falta energía (positiva). Se siente agotado, cansado, débil y de alguna manera descentrado. Puede ser que esta persona se sienta aturdida, ya no tenga una percepción sensorial muy clara y pierda cada vez más dinamismo interior o tenga la sensación de que su energía se está consumiendo en la vida cotidiana. A medida que aumenta la duración del estrés, pueden aparecer síntomas más serios y, a veces, físicos. No es raro que se produzcan dolores de cabeza, náuseas o sensación de debilidad. La susceptibilidad a las infecciones también puede verse aumentada por el estrés energético del organismo. En última instancia, casi todos los procesos del cuerpo pueden irritarse, bloquearse o alterarse, lo que provoca inestabilidad en la salud humana y, por tanto, enfermedades.
Sin duda, las causas de las enfermedades pueden ser de diversa naturaleza, tanto mentales como físicas, pero la calidad de la energía de vida en el cuerpo y a nuestro alrededor juega un papel importante en su desarrollo y progresión. Se trata más bien de la cuestión de un estado de supervivencia y compensación o de una vida vital llena de energía, fuerza y ​​salud.